El animalismo vuelve a hacer diana con Walter James Palmer, el cazador estadounidense que abatió al famoso león en Zimbabue y que ahora es blanco de nuevo por cazar un Argali en Mongolia.
Así es como el animalismo, organizado al nivel mundial por una red de fanáticos esperando una oportunidad para martirizar y demonizar al que se preste, es capaz de poner la cruz a una persona y acosarla para intentar arruinarle la vida. Y no, no es una exageración, ya cuando se le puso nombre, apellidos y dirección al cazador que había abatido -legalmente y realizando caza deportiva-, al “emblemático” león zimbabwense Cecil, han trabajado en el odio social sin descanso, llegando incluso a intentar arruinarle económicamente procurando que perdiera su trabajo.
Ahora, Walter James Palmer, vuelve a ser la diana de los animalistas tras difundirse una foto suya posando con un Argali de Mongolia, considerado especie cinegética y sobre la que el Gobierno del país otorga muy pocos y contados permisos de caza, de cuya venta e ingresos depende en gran medida la conservación de la especie. “Este carnero es una especie en peligro de extinción, por lo que la idea de que estos animales pueden ser asesinados por placer es aborrecible. #NoaLaCaza #LaVerdadDeLaCaza”, publicaban desde la plataforma No a La Caza.
Ahora el odio se reaviva, los insultos en las redes vuelven contra Palmer y el animalismo vuelve a tener un objetivo. “El hombre que mató al león Cecil da caza a un carnero salvaje protegido en Mongolia solo cuatro años después”, es el titular sensacionalista del diario ABC, que también se ha hecho eco de la noticia, mediante un artículo que podría haber firmado la propia Laura Duarte de Pacma por su postura anticaza, la demagogia presente y la falta de información real al respecto.
El argali de Mongolia: especie cinegética
A juzgar por los comentarios y titulares de la prensa a nivel internacional, cualquiera pensaría que Walter ha cazado al mismísimo espíritu Santo. Pero no, lo que Palmer ha cazado es una especie cinegética, cuya caza es legal y por cuyos permisos se pagan unas cantidades ingentes de dinero que se reinvierte expresamente en la conservación de la especie.
Igual que ha ocurrido con elefantes o rinocerontes, por ejemplo, la conservación de una especie cinegética ha pasado por su caza. Es la paradoja de la venatoria, que implica algo tan simple como que cuando un animal despierta un interés cinegético, los ingresos generados por su caza permiten invertir en la conservación de la especie y garantizar así su futuro.
Fuente..: cazavision.com